La ansiedad no siempre grita. A veces se manifiesta en forma de perfeccionismo, en la necesidad de tenerlo todo bajo control, o en esa incapacidad para decir “no” por miedo al rechazo. Es una lucha interna que muchos viven en silencio, temiendo ser incomprendidos o juzgados.
Esta forma de ansiedad puede pasar desapercibida incluso para quien la padece. Se esconde detrás del rendimiento alto, la hiperactividad o la exigencia constante hacia uno mismo. Sin embargo, el cuerpo y la mente eventualmente pasan la factura.
Aprender a identificar estas señales silenciosas es clave. No estás exagerando. No estás solo. Hablar de lo que sientes puede ser el inicio de un proceso de sanación profundo.
La vulnerabilidad no es debilidad. Es un puente hacia el autocuidado.